viernes, 3 de febrero de 2012

Decálogo del Cuentista


I.
Cree en un maestro (Poe, Victor Hugo, etc) como en Dios mismo.

II.
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tu mismo.

III.
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero hazlo si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV.
Ten fé ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con lo que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V.
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra hacia donde vas. En un cuento bien logrado las tres primeras lineas, tienen la misma importancia que las últimas tres.

VI.
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el rio soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII.
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo debíl. Si hallas el que es preciso, el solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII.
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas tu viendo lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto como una verdad absoluta aunque no lo sea.

IX.
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal  cual fue, has llegado al arte a la mitad del camino.

X.
No pienses en tus amigos al escribir, ni el la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés mas que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.


Horacio Quiroga 



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